21 de febrero de 2011

MICRORRELATOS

     Hoy de nuevo, me he sentido despreciada, humillada, insultada y maltratada. Tenía ganas de llorar pero no lo he hecho. No podía, no me salían las lágrimas. Para una llorona como yo era raro. Hoy me he sentido como el error que soy en la vida mi padre. Hoy me he sentido mal.
     He salido a tomar un café, como siempre, a la cafetería de al lado. Me he llevado un libro, un boli y una libreta, vamos lo de siempre. Lo peor vino cuando tuve que volver a casa; no quería, él estaba allí, con su mirada inquisitiva, su mirada de asco reprochándome el haber nacido. No quería subir. Me desagradaba su presencia, casi tanto como la mía a él. Pero no había nada que hacer, tenía que subir,... qué iba a hacer si no,...
     Mientras me tomaba el café, pensaba en mi futuro. Un futuro que no tenía ningún color, ni blanco ni negro, ni gris,... Sencillamente, no tenía color. Pero soñar era gratis y  placentero. Nada como pensar en una casita pequeña, con una cocina acogedora para poder cocinar dulces y platos de puchero. Una casita pequeña, a la que poder llevar a mis amigos, y poder celebrar alguna noche que otra de chicas. Una casita con mi gato; la única compañía que creo que tendré mientras me vuelvo una solterona amargada. Pero mi casita. La única, pequeñita, acogedora,... pero mía.

1 comentario: