23 de febrero de 2011

EL RINCÓN DE LOS AEDOS

Bajo las luces

Bajo las luces enceradas
siento tus manos tocar mi espalda.
Tus dedos se entrecruzan
y se enredan entre mi respiración relajada.
Mis piernas se abrazan a tu cintura
y entre sensibles parpadeos,
tus labios me bañan de besos.
Mis dedos se entrelazan con los tuyos
y el aliento lo exhalamos nervioso.
Resbalo mi cara en cada rincón de tu piel
al tiempo que la rocío de caricias y suspiros.
Un ligero balanceo se enreda en mis entrañas
y sin remedio, me veo amada.
Tus ojos se clavan en mi mirada;
te quiero, me quieres, te siento y me sientes.
Nada de lo que allí se hace duele,
porque no duele el amor sincero
del alma mía que retienes.
Bajo las luces enceradas,
tras tu muerte,
así es como te recuerdo.
                                8 de noviembre de 1999

No hay comentarios:

Publicar un comentario