24 de enero de 2011

MICRORRELATOS

El pan nuestro de cada día...

     Pues en la mesa no están, ni en la habitación,... ni el baño grande, ni en la cocina,... Vuelvo a la mesa de la habitación; tampoco. Pero dónde he dejado mis pinzas,.... Si yo juraría que me las he quitado aquí, ayer,.... Ay, San Antonio bendito, que las encuentre.
-Mamá, ¿Has visto mis pinzas del pelo, las rosas?
-No, creo que no. ¿Has mirado en tu habitación?
-Sí, y no están.
Vuelvo al baño, miro por el salón, donde el ordenador,.... Nada. ¡¡¡Jolinessss!! Por qué nunca me acuerdo de dónde dejo las cosas,...
-Juli,... Estos apuntes son tuyos, no,...
-No, si al final aparecerá todo lo que perdí otras veces menos las pienzas.
-Te los dejo aquí.
-A la vista, mamá, por favor, que luego no los localizo.
Miro en el bolso, en todos los bolsillos,....
Vuelvo a la habitación y me acuerdo de San Antonio. Voy derechita a la mesilla de noche. Ahí estaban; dónde si no. Antes de acostarme me las quité y las dejé ahí. Donde no había mirado.

23 de enero de 2011

EL REFLEJO

     Volvía yo a casa después de un día largo de cole y facultad y me monté en el autobús que me llevaba a mi casa desde el intercambiador de Moncla. Al sentarme, sentí como mis piernas hinchadas se aliviaban y mi espalda descansaba sobre el respaldo del asiento, lo que condujo a mi cabaza a cerrar los ojos, casi antes de que arrancara el autobús. Sí, el transporte público me produce sueño, un sueño pesado de esos que no puedes evitar y terminas dando cabezazos. Me sumí durante unos minutos, en un estado de sopor profundo, un letargo, que si el bus hubiera ido a Zaragoza, pues hasta Zaragoza me habría ido. Pasados esos minutos, puede que fueran cuatro o cinco, abrí los ojos y miré atontada por la ventanilla, medio hipnotizada por las luces de la carretera. Y miré al otro lado, y vi a un señor con el que ya había coincidido en el autobús otras veces. Me quedé mirándolo un rato y pensé que hablaba por el móvil. Lo siento si alguien se siente ofendido, pero ir en el bus hablando por el manos-libres, me parece ridículo, aunque muy lícito, claro está. Resulta que este señór, no hablaba ni por el móvil, ni por el manos-libres, ni por nada. Hablaba solo. O bueno, con su reflejo de la ventanilla. Las dos chicas sentadas detrás de él, las cuales no se conocían de nada, se miraron disimuladamente entre sí, y camuflaron una ténue sonrisa. 
El hombre llevaba unas gafas para ver de cerca, un libro y un bolígrafo en la mano derecha, además de un montón de achiperres, como una cartera grande negra, el abrigo hecho un burruño sobre el asiento de al lado, una bufanda,... etc. A ratos, leía y señalaba cosas en el libro que llevaba con el boli, y otras hablaba con su reflejo. Muy fuerte. Se me pasó el sueño. La verdad, es que el hombre no aparentaba estar mal, ni tenía mala presencia, ni mostraba síntomas de ninguna patología, pero yo qué puedo saber, no soy psicóloga. Hay mucha gente rara por ahí, y no lo sabemos. Luego me percaté, de que llevaba todo el tiempo el libro abierto por la misma página y que en realidad no leía nada. Después, guardó el libro, sacó y guardó dos veces, una pequeña libreta, hizo que escribía algo, y luego la guardó y sacó de la cartera algo parecido a una agenda, también pequeña. Empezó a pasar las páginas como si buscara una en concreto y lo hizo varias veces. Supongo que no encontró lo que buscaba porque todas las hojas estaban en blanco... Ahí es na. 
Finalmente, entramos en el pueblo y sorpresa,.... Se bajó en mi parada. Un señor con esa presencia y tan echado a perder. La verdad es que me recordó a mi gato, que se mira en el espejo y maulla porque reconoce a otro gato, pero no sabe que es él. En fin. 
Nos bajamos del autobús y por fin, llegué a casa.  

22 de enero de 2011

El león y el rey

Cuentos de Dinamarca
     Érase una vez que se era, dos niños que eran hermanos. Eran pequeños y jugaban siempre juntos. Vivían en una casa grande, blanca, con un pequeño perro que los seguía a todas partes. Los tres se divertían sin pensar en nada más y corrían todo tipo de aventuras. Hacían de todas las trastadas la mayor, y se llevaban la riña de sus padres.
El mayor tenía nombre de rey (1), pero no un rey cualquiera. Un rey bueno, preocupado por los suyos, sabio y diligente en su cometido. El pequeño tenía nombre de evangelista (2), el evangelista del león, y era fuerte como este y con el pelo claro como la melena del felino. El mayor era alto, con los pies grandes, y el menor más bajo con pies pequeños. El rostro del mayor era al de su madre, lo que el rostro del menor era al de su padre, y cuando el pequeño se metía en problemas, el mayor estaba allí, sacándolo de cualquier apuro. Se contaba que el mayor era más reservado, más de guardarse las cosas, mientras que el pequeño era más extrovertido y abierto. Pero a pesar de sus diferencias, compartían un sentimiento que iba más allá del mero hecho de ser amigos, de jugar siempre juntos,... Eran hermanos.
     Ocurrió que un día, cuando el sol brillaba sin nubes en el cielo, el hermano pequeño se tuvo que marchar, dejando un gran vacío en el corazón de su hermano mayor. El niño con nombre de rey, lloraba por su marcha, y no entendía por qué se había ido. Se puso triste y se le templó la mirada, tornándose su rostro mustio y melancólico.
     Un día por la mañana, con el mismo sol brillante, a esta que narra, se le posaron dos pajarillos junto a sus pies, dando pequeños saltitos y picoteando en el suelo. En ese momento, uno de los pájaros echó a volar, pero el otro se quedó. No parecía que el estruendo de los coches lo asustara. Y entonces, vino una ráfaga de viento frío, de ese que cala por dentro y se cuela por todos los poros de la piel. Sintió escalofríos. Y esta que narra entendió, que aquel pajarillo era el hermano pequeño. Que no se iba, porque nunca se había ido del todo, y que el ruido de los coches no lo asustaba, porque era como el león, fuerte y valiente. Y que estaba allí para ver a su hermano mayor, con nombre de rey, y que, igual que hacían los reyes sabios, tenía que afrontar con valentía todas las visicitudes de su reino. Y así, todos los días, aquel pajarillo se posaba en el mismo sitio, y volaba por los mismo lugares, visitando a su hermano. El pajarillo hacía lo mismo que hacía el león; marcaba su territorio y vigilaba su manada, mientras que el rey, triste pero con la cabeza bien alta, continuaba su camino.
     Érase que se era, la historia de dos hermanos, la historia del león y el rey.

                                                                                        IN MEMORIAM
                                                                                              M. A. L.
(1) El rey David.
(2) San Marcos evangelista, cuyo símbolo es el león.

21 de enero de 2011

COMMING SOON...

Próximamente en La Locura de Ofelia; Cuentos de Dinamarca,.... porque Ofelia vive allí y porque los cuentos chinos, ya están muy vistos,...

Estoy herido...

Estoy herido de amor;
me quema esta pasión
por dentro; me abrasa.
Sangro, me desnagro
sin remedio.
Tengo na herida profunda
pero por más que intento
cerrarla,... nada.
No se cicatriza.
Me duele al caminar,
al dormir,
al comer,...
Vivo herido de amor,
luego el amor
me entierra en vida.
Muero de amor,
la luna llora
y tú no estás.
Mírame,
mira
porque me desangro
y tú no estás.
                      13 de julio de2000

18 de enero de 2011

No fue miedo, sino frío

Quiero gritarte a la cara
y decir lo que siento,
pero el frío me congela la garganta.
Quiero despertar tu sonrisa
y reirme siempre contigo,
pero el frío me congela la garganta.
Deseo besar tus manos heladas
y calentarlas con un suspiro
que diga, 'te quiero',
pero el frío me congela la garganta.
Quisiera abrazarte fuertemente
y tocarte, darte calor,
pero el frío me congeló la intención.
Desearía seguir escuchando tus palabras,
pero al decirlas el frío las congeló en el aire.
Quisiera decirte que el frío
fue el causante de mi demora
a la hora de dicirlo.
Quisiera que sepas que el frío
retrasa los momentos,
retrasa esos momentos en los que
el frío se convierte en miedo.
entonces, quiero decirte
que no fue miedo, sino frío.
                           20 de octubre de 1998

16 de enero de 2011

La Pieza de la Semana

PALETA DE NARMER
     La Paleta de Narmer es una placa de pizarra tallada con bajorrelieves, descubierta en 1898 por Quibell y Green en el templo de Horus de Hieracómpolis (Nejen), y actualmente depositada en el Museo Egipcio de El Cairo. Existen diferentes interpretaciones sobre su posible significado, tanto políticas (posible unificación del Antiguo Egipto) como religiosas.


     Narmer fue el primer faraón del Antiguo Egipto y fundador de la Dinastía I c. 3050 a. C.
Fue denominado Meni en la Lista Real de Abidos y el Canon de Turín, Men o Min por Heródoto y Menes de Tis por Manetón en sus epítomes, escritos por Julio Africano, Eusebio de Cesarea y el monje Sincelo.
Menes reinó 62 años según Julio Africano, o 60 años según Heródoto y Sincelo. Aunque en la versión armenia de Eusebio de Cesarea le asignan 30 años de reinado.
Menes era rey del Alto Egipto, posible sucesor de Hr skr, Horus Escorpión. Conquistó el Bajo Egipto (delta del Nilo) e instauró su capital en Ineb Hedy "Muralla blanca", la futura Menfis. Avanzó con su ejército más allá de las fronteras de su reino (Eusebio de Cesarea). Pereció arrollado por un hipopótamo (según Julio Africano). El triunfo de la primera unificación del Antiguo Egipto quedó registrado alegóricamente en la denominada Paleta de Narmer, según Gardiner.

http://es.wikipedia.org/wiki/Paleta_de_Narmer

15 de enero de 2011

De cómo me enamoré de un uruk-hai

PARTE II
El flirteo

     La vida pasaba tranquila con sus ajetreos, con sus idad y sus venidas, y con el horror de los estreses 'pre-examaniles'. Pero lo más interesante de la semana eran las clases de gótico inglés. Por primera vez en la carrera, no me enteraba de nada en una clase de medieval. Yo sólo tenía ojos para él, para la criatura más.... más,... extraña a la vez que atractiva, imponente y atrayente de todas. Y entonces, ocurrió. La profesora, como si de pronto sintiera que le faltaba algo en la vida para sentirse realizada, decidió que estábamos a 14 de enero y no nos había mandado hacer ningún trabajito extra. Pero qué desconsiderada, hombre,... Así que, quiso darse el placer de alcanzar el nirvana y nos mandó un trabajo de esos extraños, que cuando lo oyes se queda el cuerpo acartonado, frío, tieso, el trasero pegado al banco y sólo puedes articular pequeños amagos onomatopéyicos. Se le ocurrió así, pero cuánta inteligencia desperdiciada, Dios mío, que podíamos dedicarnos los quince días previos a los exámenes, a realizar un trabajo de investigación sobre la posible relación de la arquitectura islámica, a través del románico francés, con la arquitectura gótica de algunos edificios ingleses. Aquello sonaba como la tésis frustrada que la profesora nunca pudo llegar a realizar, porque a ninguna cabeza con dos dedos de frente, se le ocurriría nada semejante. Y se quedó tan ancha. Pero la cosa no terminó ahí; 'quiero que lo hagais en grupo, de unas tres o cuatro personas, eso ya lo dejo de vuestra cuenta,..'
Y como si el destino se hubiera confabulado con la alineación de planetas perfecta un día con número maestro, o qué sé yo, mi amiga Paula, se las arregló para que hiciéramos el trabajo con la criatura y con su amigo, el erasmita despistado. Yo no sabía dónde meterme. Deseé que en ese momento la facultad tuviera una puerta como las de Stargate o algo así, para poder cruzarla y desaparecer. Mi destino se volvía retorcido y oscuro, y me di cuenta de que no tenía escapatoria, cuando fuimos a la cafetería y nos reunimos para plantear aquella tésis frustrada. Qué bien,... somos cuatro, tu amigo, mi amiga tú y yo,.... Parecía la canción de la fuerza del destino de Mecano. Ahora lo tendría más cerca que nunca, ahí, trabajando codo con codo, uñaca con uñaca,... Habría que improvisar un sistema para que la criatura no manchara las hojas del trabajo cada vez que lo tocara. Pero qué importaba eso, estaba como el pan con chocolate,.... 'Deberíamos darnos los teléfonos,... vamos, o los correos, por aquello de que estemos siempre en contacto por si surge algo y eso,...' Paula me miró con aquellos ojos achinados marrón claro, que me desnudaban el cerebro; 'ahí te he visto, sí señor,... la excusa perfecta'. Y así fue, como tras el reparto de la inmensa tarea de la tésis frustrada, fuimos derechitos a la biblioteca. La tésis frustrada nos enseñó todos los servicios que ofrecía la biblioteca y que desconocíamos hasta ese momento. Y sí, qué momento aquel, buscándonos la mirada a través de las estanterías, rozando nuestras manos, bajando a pedir libros del depósito juntitos; yo llevando los papelitos con las signaturas y él con guantes para no manchar los libros, yo sin cargar con nada y él, con sus músculos, cargando con todos los libros como si fueran plumas,... Era inevitable, estaba coladita por él, y parecía que me seguía el juego.
     Y así pasamos los quince días previos a los exámenes; realizando un trabajo imposible, estudiando aún más imposibles y limpiando todo aquello que tocaba el muchacho. Y llegó el día de la exposición de la tésis frustrada. Ese sí fue un gran día,....

10 de enero de 2011

De cómo me enamoré de un uruk-hai

PARTE I 
EL FLECHAZO
   Cuánta verdad había en las palabras de las abuelas de todos, cuando decían que la vida da muchas vueltas y que el amor podía presentarse en cualquier lugar y de cualquier manera. Yo pensaba que se me iba pasando el arroz, lentamente pero sin prisa, en una olla exprés, sobre una vitrocerámica vieja y rayada, cuando el amor entró en mi vida cambiando mi olla por una batería nueva, una vitro moderna, y cocinando un rico pollo asado.
     Todo comenzó cuando llegaron los estudiantes de intercambio. Una horda de jovencitos bien amancebados procedentes de todos los rincones de Europa, y que cuyos padres, les iban a costear durante un año, los gastos de eso que llamaban 'Erasmus'.
El primer día de clase siempre era algo así como de presentación y de saludar a los compañeros que llevábamos un verano sin ver. Aunque era el primer día de algo, a mí me producía una sensación de melancolía y nostalgía terrible, que me recordaba que un año más, la rutina se apoderaba de mis días, y los exámenes de mis noches. Pero eso era lo que los estudiantes decidíamos cuando decidíamos estudiar.
     La cuestión es, que todo comenzó un miércoles,... Sí, el día de las prácticas. Me acerqué al tablón para localizar en qué aula tenía la clase de gótico inglés; 'aula 35'. Odiaba ese piso, más que nada porque el ascensor pasaba de largo por el, por culpa del depósito de la biblioteca de filología, y aquellas escaleras podían conmigo. Pero era lo que había. Decidida, miré el reloj y pensé que me daba tiempo a tomar un café, pero de hecho, algo impensable en mí, no bajé a la cafetería y subí directamente al aula 35. Cuando llegué, algo sofocada por las cochinas escaleras, vi a un grupo de personas esperando, puesto que el aula aún estaba cerrada. Mientras caminaba, sentía como si hubiera algo incitándome a seguir por el pasillo con paso firme y decidido,... Me sentía observada. Y de pronto lo vi. Sentí un escalofrío al verlo, unas cuantas arcadas provocadas por la repulsión que me transmitía su imagen; una imagen pegajosa, repugnante, desagradable, violenta y repelente. Sin embargo, había algo en él que me atraía sobre manera y que hacía que no pudiera dejar de mirarlo. Su aspecto era tan aterrador como atractivo; alto, fuerte, musculoso, .... sucio, sí, pero con unos abdominales de infarto, y eso que a mí no me llaman los 'hombre sobaco', pero este, ya digo que tenía algo. Y esa pose, charlando con otros chicos, con su carpeta clasificadora de Saro negra nueva, en la que podía apreciarse un taco de folios blancos, también nuevos, para ser usados el primer día de clase...Y entonces, me miró, y yo le miré. Y luego retiramos la mirada, y él continuó hablando con su amigo y yo fui a saludar a una amiga. Y después, vino el bedel para abrir el aula. Tuve una necesidad imperiosa de entrar yo la primera a la clase, una necesidad que parece que él también tuvo, lo que provocó, que cuando estuvo abierta la puerta, nos chocáramos ambos, quedando medio atascados bajo el marco, mirándonos de nuevo,... 'Disculpa, pasa, pasa,...' le dije. Pero él, muy caballeroso, me cedió el paso; 'no, por favor, tú primero, no quiero mancharte,...'. Aún conservo la camiseta con la manchas que quedaron cuando me choqué con su brazo,... ¡¡Cómo iba a lavarla!!
     Una vez dentro, me senté en uno de los bancos con dos amigas y él, con su amigo (se notaba muchísimo que eran erasmitas los dos), en la primera fila. Y encima, para terminar de enamorarme del todo, supe que iba por Medieval. El profesor nos hizo un tercer grado sobre por qué habíamos cogido esa asignatura, qué nos llamaba la atención y todo eso que te preguntan el primer día, y ese tercer grado, me desveló eso y que venía de un país cerca del Reino Unido, pero que cuyo nombre no entendí bien.
Y así pasé mi primer día de facultad; sintiendo mariposas en el estómago, sin poder dejar de mirarlo y sintiéndome como una quinceañera cada vez que me miraba, en la clase de gótico inglés.

9 de enero de 2011

La Pieza de la Semana


El grito, de Eduard Munch (1893)

Tormento e inconformismo

El objeto de estudio del trabajo es el Grito, cuadro pintado por Eduard Munch en 1893 y que se encuadra dentro de su obra capital “el Friso de la Vida”.
El objetivo que se pretende alcanzar, es responder qué es lo que Munch trató de reflejar en su cuadro a través del rostro angustioso de la persona que grita.
Es decir, si se trata del reflejo de la angustia personal del pintor o si el grito pudiese  también esconder una crítica a la nueva forma de organización socioeconómica de la época. En definitiva si Munch grita también contra las injusticias sociales y a las desigualdades económicas que acompañaron a la Revolución industrial.

Próximamente... comming soon,...

De cómo me enamoré de un uruk-hai (vamos, un orco de los feos, aunque para mí no lo fue tanto).

6 de enero de 2011

MICRORRELATOS

 Color rojo sangre

    He manchado la encimera de la cocina, el fregadero y el suelo del pasillo. Hasta me he manchado la camiseta. Estaba como siempre, tan tranquila sobre la mesa, con mi ordenador, y de pronto, lo que creí que eran mocos, resultó ser sangre. Menuda mierda. Ya estábamos otra vez. Sangrar por la nariz era algo que me ocurría de vez en cuando, pero lo que más me molestaba era esos momentos en los que parecía no parar. Los remedios médicos no funcionaban y tampoco los populares. Esta vez, era una de esas. El lavabo era rosa y en unos segundos se convirtió en el lienzo perdido de Jackson Polok. La pista que me indicaba que sangraba cuantiosamente, era que mi boca cada vez más, paladeaba un sabor metálico. Cada vez que me sangraba la nariz, me acordaba de los cuatro años que fui voluntaria de Protección Civil; aún recuerdo los nombres de los diferentes tipos de hemorragias: epíxtasis (nariz), otorragia (oído), oculares (ojos), metrorragia (útero), rectorragia (recto),... además de diferenciar las internas de las externas: hemotórax (sangre en la cavidad pleural),... etc. Sí, durante cuatro años, vi muchas cosas. En fin, la sangre, por algún motivo, formaba parte de mi vida,.... Y esto, no tiene nada que ver con la regla, que ya sé que hay un montón de malpensados. Una vez, lo se lo consulté a mi médico, y la respuesta fue de los más curiosa y sentenciosa; 'al pasarte tan amenudo, lo único que puedes hacer es ir a donar,... Cuando el cuerpo expulsa su propia sangre sin más, sin heridas previas ni nada, es que le sobra,...' Me quedé un poco perpleja, y pensé que la respuesta tenía cierta lógica, pero luego en frío, en casa, me dio un ataque de risa. No hubo respuesta que explicara que me levantara con la cara y la almohada manchadas, o que estuviera tan fresca y de pronto, hala, cuidado que voy y que mancho,...
     Bueno, parece que ya se me pasa. Cojo un algodón de esos para desmaquillarse, porque yo los uso para la nariz, no para desmaquillarme, lo separo en dos y uno de los trozos me lo introduzco en el orificio sangrante, mientras aplico algo de presión. Limpio el lavabo, me limpio yo, y listo.

4 de enero de 2011

La Pieza de la Semana

Cúpula del Panteón de Agripa, 27-25 a. C.



El Panteón de Agripa o Panteón de Roma [Il Pantheon en italiano] es un templo circular construido en Roma a comienzos del Imperio romano dedicado a todos los dioses (la palabra panteón significa templo de todos los dioses). En la ciudad se lo conoce popularmente como La Rotonda, de ahí el nombre de la plaza en que se encuentra.
"Diseño angélico y no humano". Miguel Ángel.
"El más bello recuerdo de la antigüedad romana es sin lugar a dudas el Panteón. Este templo ha sufrido tan poco, que aparenta estar igual que en la época de los romanos." Stendhal.
M.AGRIPPA.L.F.COS.TERTIVM.FECIT
Marco Agrippa, hijo de Lucio, cónsul por tercera vez, (lo) hizo
     Esta es la inscripción que puede leerse en el friso del pórtico de entrada. Atribuye la construcción del edificio a Marco Vipsanio Agripa, amigo y general del emperador Augusto. El tercer consulado de Agrippa, nos indica el año 27 a. C. Además, Dión Casio lo encuadra en las obras realizadas por Agrippa en la zona de Roma conocida como el campo de Marte en 25 a. C.
Durante siglos se pensó que esta inscripión hacía referencia al edificio actual. Sin embargo, tras las investigaciones efectuadas por Chedanne en el siglo XIX se supo que en realidad, el templo de Agripa fue destruido, y que el existente actualmente es una reconstrucción realizada en tiempos de Adriano.
Los restos descubiertos a finales del siglo XIX nos permiten saber que el templo original guardaba semejanzas con el actual. Lo que hoy es un pórtico de entrada fue originalmente la fachada de un templo períptero. La primitiva entrada se efectuaba por el lado opuesto, hacia el sur, ya que en la rotonda actual había una plaza circular porticada. Al otro lado de esa plaza se encontraba la basílica de Neptuno.
     El primer templo era rectangular, con la cella dispuesta transversalmente, al igual que en el templo de la Concordia del Foro romano, o en el pequeño templo de Veiove en la colina del Campidoglio. Estaba construido con bloques de travertino y forrado en mármol. También se sabe que los capiteles eran de bronce y que la decoración incluía cariátides y estatuas frontales. En el interior del pronaos había sendas estatuas de Augusto y Agripa.
Por Dión Casio sabemos que la denominación de Panteón no era la oficial del edificio, y que la intención de Agrippa era la de crear un culto dinástico, probablemente dedicado a los protectores de la gens Julia: Marte, Venus y el Divo Julio, es decir, Julio César divinizado.
El edificio sufrió daños por un incendio en el año 80, de los que fue reparado por Domiciano, aunque sufrió una nueva destrucción en tiempos de Trajano, en al año 110.

http://es.wikipedia.org/wiki/Pante%C3%B3n_de_Agripa

3 de enero de 2011

LA MESA QUE TODO SE LO TRAGA

     Leyendo la entrada del blog de una amiga, que hablaba sobre cómo encontró una piruleta de no sabemos qué época, palolítico o neolítico, me acordé de que en mi habitación tenía una mesa, que ya no tengo porque la he cambiado de habitación, que escondía todo tipo de secretos. De objetos y de apuntes, cartas, gafas, bolsitas de incienso, bolis, lápices de colores, velas olorosas de colores, cuadernos, recibos del banco, unas zapatillas de andar por casa, siete fulares (los cuales pensábamos habíamos perdido), joyería variada (colgantes, collares, una pulsera rota, una caja con más de una docena de pendientes de bisutería,...), una tablita para poner el incienso, peluches, un muñeco de forma sospechosa que me regalaron por un cumpleaños (con ojos y todo,...), una receta de cocina, un archivador con poemas de no sabemos cuando, una vela en forma de calavera que compré en el viaje de fin de curso de 3º de BUP, un sombrero cordobés del mismo viaje, paquetes de pañuelos sin estrenar, gomas del pelo, orquillas, pinzas, una hucha con forma de mariquita, una cestita de mimbre con flores artificiales roñosas por el tiempo, novelas que pensaba que había prestado y no me habían sido devueltas, y resualta que estaban ahí, una camiseta de tirantes que pensaba que me había dejado en casa de mi abuela en Galicia, dos tazas con posos de café,.... que ya no eran posos,....
Y por si fuera poco, como la mesa en cuestión es de aquellas de madera, redondas con el agujerito debajo en el centro para poner el brasero, ahí, sobre esa tabla de abajo, estaba la caja de una cesta de Navidad, con apuntes de mis cursos de azafata de tierra, de vuelo, del instituto, papel de regalo doblado de otros paquetes, y que debí de guardar por si lo reutilizaba y dos bolsas vacías, de Marks and Spencer, tienda en la que trabajé allá por el 2001. Menos piruletas, había de todo; creo que podía haber montado un puesto en el mercadillo.
     ¿Cómo me dio por rescatar semejante mercancía? Pues por un estado emocional, que padecemos las mujeres, y unos cuantos hombres, pero pocos, y que se manifiesta repentina, intensa y apasionadamente, normalmente en fechas navideñas, sobre todo si vienen invitados,.... Este estado emocional se llama 'limpia tu habitación que parece una leonera y no querrás que tu cuñada la vea así'. Se trata de un estado anímico peligroso, porque cuando uno empieza, por algún motivo inexplicable, ya no puede parar. Yo me encuentro en fase muy avanzada, tanto, que terminé bajando a los chinos a por una mopa, balletas nuevas y bolsas de basura perfumadas (y qué más dará si van al contenedor). Si además, añadimos, que gracias a mi casera hemos tenido que mover muebles de la cocina, entonces ya hemos pasado a la fase crónica de 'de paso limpiamos ahí, que como estaba el mueble, nunca se ha limpiado,...'. Sí, es crónico, y aún no estoy recuperada,... Necesito reposo, como cuando tienes gripe.
     En definitiva, dejé la habitación como los chorros del oro, como una patena,  para comer en el suelo... Y os pregustareis a lo mejor, cómo he dejado la mesa,.... Vacía, sin nada, al aire, y ahora tengo en su lugar un pequeño escritorio que me ha dado mi hermano,  que abulta menos, me deja más espacio en la habitación, y en cuyos cajones he guardado ese muñeco de forma sospechosa, los poemas que encontré y los paquetes de pañuelos.
Sí, lo reconozco, tenía la habitación hecha un asco, bueno la mesa,.... Era como el bolso de Mary Poppins pero visto desde el interior hacia afuera, lo que me recuerda eso de 'con un poco de azúcar esa pildora, que os dan,...'; sí, lo sé, también encontré un tubo de pomada Trombociz, otro de Fastum Gel y un blister de Ibuprofeno; no es tan raro, se me hinchan las piernas a menudo y padezco jaquecas. Pero ahí podían estar las pomadas, jajajaja. Estoy pensando que lo mismo el Arca de la Alianza estaba ahí también, o el tesoro de los Templarios, o el último huevo de Faberge del zar Nicolás, o un mapa que indique cómo llegar a la Atlántida, la lanza de Longinos y hasta un papel con la explicación de las marcas de Nazca. Pero lo más gracioso, es que siempre me quejo de que no encuentro nada, y es verdad; me tengo que llamar al móvil en casa desde el fijo, porque no sé donde lo he dejado, además de rezar a San Antonio para que me encuentre las pinzas que me he quitado del pelo tan sólo una hora antes.
Pues nada, asi pasé la tarde del día 31; moviendo muebles y limpiando (y recuperando objetos perdidos). Y recordad, que cuando me pidais algo y yo responda, 'lo tengo que buscar', es por algo,...