28 de noviembre de 2010

Indiferencia

Te llevo clavado en mi pecho;
estacas de plata y mazo de oro,
saetas venenosas de efecto lento
y lágrimas saladas picando mi herida.
A cada golpe de martillo
vas forjando tus lanzas,
le das forma a mi muerte
al calor del hierro fundido.
Pero con el tiempo,
tus palabras se volverán dulces;
'polvo serán, mas polvo enamorado',
y se las llevará el viento
que las alas de los ángeles
sin querer han levantado.
Como ligera es mi indiferencia,
llorarás como un niño
lo que perdiste como un hombre,
sentirás el frío violento, desalmado,
clavarte, como agujas en peleles.
Adorarás mi presencia
como la noche al relente
y te ahogarás en tu rabia
por haberme perdido
sin ni siquiera tenerme.
Puede que con el tiempo,
tras haberme soñado,
quieras olvidarme,
pero como ligera es mi indiferencia,
volverás a llorar como un niño
lo que perdiste como un hombre.
                          24 de marzo 1999

27 de noviembre de 2010

¿El arte de amar es arte, o... 'eso lo hace cualquiera'? Manual de instrucciones.

     Cada vez que trato de temas referentes a mi carrera, al final, por mucho que estudie, me documente y me informe, llego siempre a la conclusión, de que es muy difícil defir qué es el arte. Cuando uno estudia Medicina, queda claro qué es la medicina. Cuando se estudia Informática, más y si lo que se estudia es Historia, más aún. Pero cuando alguien me pregunta qué es el arte, yo suelo contestar con una coletilla; 'buena pregunta, sí señor,... es difícil explicar o definir ese concepto cuando ni siquiera el nombre de tu carrera está claro del todo'.
Y es en estos días, en los que me he visto en la necesidad imperiosa de responder a esa pregunta; 'pero entonces, qué arte, porque a mí ese cuadro de Picasso,.... no me dice nada, no lo entiendo,...'. Me la formulaba una estudiante de 1º de bachillerato. Y en una micra de segundo, yo analizo cinco años de carrera: no, efectivamente,... Nadie me ha explicado qué es el arte, eso que yo estudio y por lo que ahora me preguntan, eso por lo que siento vocación, eso que me cuesta un pico pagar cada año,... En ese momento, tras la micra de segundo, les digo a esa niña y a sus compañeros que se acerquen un poco más a mí y a un cuadro de Picasso, del cual ni siquiera sé el nombre. Les digo que miren el cuadro, que me digan lo que ven y no falla, de tres o cuatro que responden, al menos uno aporta la misma respuesta de siempre: 'parece una cara, porque tiene ojos, y boca,...', a lo que yo respondo, 'sí, es una figura'. Me miran extrañados. 'Pero es que casi no se sabe lo que es', dice otro. 'Casi', contesto yo; 'pero sí se sabe'. 'Es que es  muy abstracto,...', dijo el mismo chico. En ese momento, sólo con ese comentario tengo que armarme de la mejor dialéctica de la que dispongo pero intento aplicarla de forma que me entienda un estudiante de 1º de bachillerato.
'Perfecto, eso es la abstracción: una deformación del objeto y/o sujeto, sin llegar a perder de vista la figura original. Eso es la base de la abstración, y Picasso lo aplica, sin perder su estilo cubista'. Todos me miran mientras digo esto, a la vez que miran el cuadro. 'Ahora lo entiendo mejor,.... pero,.... no sé, creo que no me parece arte, pero bueno, es de Picasso'. Este chico estaba poniendo a prueba mi capacidad dialéctica, mi capacidad de entendiemiento y sobre todo, estaba poniendo a prueba cinco años de carrera. Así que, en ese momento, me alegré de haberme matriculado de Historia de las Ideas Estéticas I este año. Y respondí.
'Hoy en día es muy difícil definir el arte, de hecho vivimos en un momento en el que intentamos definirlo cada vez más. Los griegos decían que el arte era cualquier actividad realizada siguiendo una norma o canon, y que, el que la realizaba además, tenía que tener el conocimiento oportuno de dicha norma. Y aunque esta acepción irá cambiando a lo largo de la historia, me quedo con los griegos, y te pregunto; ¿Crees que Picasso en este cuadro, dejó de aplicar alguna norma o canon?................... La profesora, sonrió maliciosamente, hasta parecía divertida. '¿Y en ese?, ¿Y en aquel de allí?', dije señalando otras obras del mismo autor.
Continué hablando en medio de su silencio pensativo. 'Si aplicas la acepción griega y además, te fijas en que la sociedad se pone de acuerdo en que este cuadro es arte,... Sencillamente, se merece ocupar el lugar en el que está. Dudas sobre si es arte porque, además no terminas de entender, en este caso, lo que estás viendo.' Y me dio la risa,....
Añadí; 'Crsitiano Ronaldo vale tantos millones porque no sólo es un buen jugador, sino que aceptamos y consentimos en que los valga,.... Así que, si él lo vale, Cristiano, esto es arte puro y duro.' Con ejemplos absurdos pero lógicos como estos, rompía el hielo y la frontera entre ellos y yo, y conseguía mantener su atención, ante algo tan complejo para ellos, como las figuras picassianas o los garabatos imposibles de Miró. Durante un minuto, me pareció percibir que  había conseguido mi objetivo; que entendieran El Guernica y su contexto, y que además mirasen el arte contemporáneo como algo accesible, entendible y agradable.

     Después, en el tren, me dieron qué pensar mis propias palabras. Si los griegos definieron así el arte,... ¿Era arte el amor?.... Buena pregunta, sí señor. ¿Era el amor algo que se hacía siguiendo unas normas establecidas? ¿La persona que lo llevaba a la práctica tenía que tener un conocimiento previo y saber aplicarlo en función de esas normas? ¿Eso era el amor, un arte con un principio establecido que lo definía en sí mismo?.... Entonces pensé, que había un problema: no teníamos un manual que seguir, ni en el que consultar esas normas o canon. 'Ojalá el amor fuera tan sencillo; mirar un manual de instrucciones y seguirlas, sin más'.
Y en mi cabeza ya no hubo nada más que discutir ni que pensar. Sólo cerrar los ojos y echar una cabezada de unos minutos; había madrugado mucho.

22 de noviembre de 2010

DOS SONETOS Y DOS ALEJANDRINOS

PERFECTA ARCADIA INTERIOR
...Y quiero que me cuentes lo que quieras:
que por los altos cielos has volado,
que en las blancas nubes has reposado
y que en una gran galaxia me esperas;
que en Helicón, Talía te dio peras
y se sonreía por ti, pasmado,
que con Cronos y el tiempo has jugado
y que has visto cazar a tres arqueras,
que Afrodita de ti se apoderó,
que Baco te ha endulzado la vida,
que Vesta por ti su fuego apagó;
que Rea, al tú pisarla, quedó partido,
que Poseidón ante ti se humilló
y la mar por ti dejó dividida.

¡Qué Ares al verte cesó de luchar,
Casandra bondades profetizaba,
que Atenea la razón terminaba
y Eolo arrodillado, dejó de soplar!
¡Ay amigo! Que no quieres despertar
y el tiempo de este sueño se te acaba.
Y porque todo a tu paso cambiaba
el rey Júpiter te ha de amenazar;
que su Olimpo has revolucionado;
a una pobre náyade has vuelto loca
pues su corazón de amor has llenado.
¡Abre los ojos, cierra esa tu boca
y no bosteces, ponte levantado!
Que en tu sueño toda ilusión es poca.

No sólo de pan el hombre siempre ha vivido,
pues de ilusión y sueño también ha subsistido.
                     26 de febrero de 1997

21 de noviembre de 2010

CÓMO CAEMOS EN LA CUENTA

     Darse cuenta de las cosas sabido es, que es tarea ardua y difícil. Empresa harto complicada, que si no hacemos bien, puede llevar a preguntarnos si verdaderamente, aquellas decisiones fueron las correctas y si lo que hicimos con nuestra vida, fue lo que realmente debimos hacer.
Ayer estuve en una exposición de fotografía que corría a cargo de la corresponsal de guerra Christine Spengler. Tuvimos la suerte de contar con la autora para que nos contara de primera mano su experiencia vital en el momento en que realizó aquellas fotografías. Y así lo hizo. Y entonces, dijo algo que me hizo caer en la cuenta de muchas cosas, y entonces decidí, que algunas de las dicisiones que había tomado en mi vida no sólo eran las correctas, sino que no cabía lugar para cualquier otra opción. Spengler dijo que cuando tenía en la mano su Nikkon, de un alto valor emocional, pues fue regalo de su ya fallecido hermano, no sentía ni frío, ni calor, y que sencillamente se olvidaba de que estaba bajo el fuego que llovía en Vietman, se olvidaba del burka que la camuflaba en Kabul o de los funerales, día sí día también, en Londonderry o Belfast. Cuando tenía la cámara en la mano sentía que había nacido para ello.
Al oir aquello, pensé que yo era víctima del mismo sentimiento. Siempre tuve muy clara mi vocación académica, y cuando tuve la oportunidad me lancé de cabeza sin mirar donde caía. Sólo pensaba, 'si me no gusta, si me desencanto, me iré por la misma puerta por la que entré,...'. Y así fue, con la diferencia de que hoy cuento los créditos que me faltan para licencierme, sabiendo además, que fue una de las mejores, si no la mejor decisión, que pude tomar con respecto al rumbo de mi vida. Y comprendí, que me ocurría lo mismo que a la corresponsal; cuando contemplo las obras de 'Il maestro' (Miguel Ángel), o cuando contemplo una catedral, yo tampoco siento ni frío ni calor, y me olvido si llueve, si nieva, si me duelen los pies o si tengo hambre. Sólo, viajo en el tiempo pasando mis manos por las piedras, queriéndome llevar un pedazo de historia entre mis dedos.
Es en esos momentos cuando caigo en la cuenta de mi propia vocación. Spengler, con su Nikkon, yo con mis piedras,... Y como le dije a una amiga reciéntemente; si eres capaz de gastar años de tu vida en ello, no lo dudes. Pero la mejor prueba de saber si esa decisión fue la correcta, es planterate la tesitura de si serías capaz de dejar eso que estás haciendo. En mi caso la respuesta fue NO. Un no rotundo, claro y enérgico. Tanto, que me resultaba muy difícil imaginarme con semejante carencia. Y es que a veces planteamos mal la pregunta. No es ¿Es esto lo que yo quiero?, sino, ¿Puedo pasar sin ello?.
Cada uno que se responda.
A Lorca

LA NIÑA GITANA
Cantaba la niña gitana
con su pureza de blanca luna,
su tez morena
y sus ojos de avellana.
Cantaba por no llorar,
pues la pobre lloraba de pena.
Cantaba la criatura
y se estremecía la tierra,
cantaba la flor hermosa,
llovía claveles del firmamento
y le hablaba la voz de la raza.
Todo su cuerpo era llanto
envuelto de seda y veneno;
había perdido a su amor
y se quejaba ante el mismo cielo.
Yle hablaba la voz de la raza:
'Carita de rosa y azucena,
deja de llorar,
pues nadie te va a devolver
ese aroma de clavo y canela
que respirabas al besar su piel.
Tu primavera se ha vuelto fuego
y tu corazón ardiente venganza'.
Así le habló la voz de la raza.
Cantaba la niña gitana
con su pureza de blanca luna,
su tez morena
y sus ojos de avellana.
Cantaba la niña gitana,
cantaba la pobre de pena.

            10 de marzo de 2000

ENTRE LO HUMANO Y LO DIVINO

VILLARREAL DE LA MARQUESA
     Las personas, a veces, nos encontramos en situaciones ridículas, absurdas, y sobre todo embarazosas. Esos momentos en los que pensamos que podría aparecer alguien conocido y sacarnos del problema, o simplemente que se abriera la tierra y nos tragara. Eso fue lo que sintió doña Teresa el día que se murió su marido.
     Eran las cinco y media de la tarde; llovía como si se hubiera abierto el cielo y las calles se volvieron oscuras y grises. Las campanas de la iglesia tocaban a muerto; don Gil de la Crus y Tres Picos había fallecido el día anterior entre gemidos, sudores y un ir y venir de caricias que su esposa, doña Teresa, bruta como ella sola, una mujerona de esas de la España profunda de Unamuno, con las patas de gallo marcadas a fuego por el sol y el frío al trabajar el campo, le propiciaba.
Justo en el momento culminante el corazón de don Gil se paraba para siempre, dejando a una viuda insatisfecha en todos los sentidos. Ella, por supuesto, negaba lo que las malas lenguas divulgaban: decía que su pobre marido había muerto con muchos dolores de corazón, pero la gente sabía de buena tinta que murió en otro tipo de circunstancias y no precisamente de dolor en el pecho.
     El caso es que llovía a mares y cortejo fúnebre atravesaba curiosamente la calle de la Fuente, que conducía al cementerio.
Encabezando la procesión, iba un monaguillo con la Santa Cruz, detrás el féretro acompañado por el padre Manuel, quien ofició la misa y más retrasadas una larga cola de plañideras, abuen precio por cierto, y la viuda; en mi vida oí semejantes gritos. Tras las fingidas lloronas caminaban los hombres, que siempre se ponían al final. Las dos primeras filas de caballeros simulaban rezar para ocultar el cuchicheo de las filas traseras, cuyos componentes estaban más preocupados por la causa de la muerte que del difunto en sí. Los sobrinos del muerto, porque hijos no dejaba, entre sollozos y suspiros, chismorreaban sobre por qué parte cuantitativa de la herencia tendrían que pelear, ya que horas antes en la lectura del testamento, quedaron sorprendidos por las palabras del notario. Don Gil a su viuda no le dejaba ni un real. Por supuesto, esto fue el postre en la comidilla del pueblo.
     Una vez en el cementerio aquello se desmadró; el sepulturero y sus ayudantes aflojaron demasiado las cuerdas que sujetaban el ataúd, y este cayó de golpe al fondo, lo que hizo que se desencajara. Por fortuna, no se abrió. Don Manuel, el párroco pidió a los asistentes que rezaran tres Ave María por el descanso eterno del difunto. Los concurrentes procedieron respondiendo con la segunda parte de la plegaria. Doña Teresa comenzó a elevar la voz y gritar. 'Ay, Gilito, Gilito, y te fuiste sin despedirte,...' Las vecinas que se congregaron allí respondían en voz baja, 'se despidió y a lo grande'. 'Ay, Gilito, Gilito, te fuiste cuando más afinadas estaban las cuerdas de tu guitarra', y las vecinas, 'pero al final quedó desatonada'. 'Ay, Gilito, Gilito, en que mal momento te has ido', y las vecinas, 'antes de acabar el partido...'. Yo no sabía dónde meterme. Pero para mayor desgracia de la viuda y la familia, las únicas flores que se puedieron llevar fueron las que aportaron los vecinos, y no muchas porque ya no estábamos en fechas. Y a una de las amigas de la familia, se le ocurrió que podrían comprar unas artificiales hasta que la floristería del pueblo vecino trajera el pedido. Se montó ella sola unas coronas con flores compradas en el único bazar chino del pueblo, de esas rosas fluorescentes con hojas de color verde clarísimo, que casi hacían daño a la vista, ideales para señalizar la carretera de noche. Y los centros. Qué decir de esos centros con flores azul turquesa y naranja. Y esas cintas en las que se leía La flor de tu capullo no te olvida, o una de los centros, Tus sobrinos, los que te adoran, cuando hacía por lo menos diez años que no mantenían el contacto, hasta que oyeron la palabra 'testamento'... Aquello parecía un circo ambulante, una comparsa sacada de la tramoya del teatro del absurdo de Mihura. Y así, pasamos la tarde de aquel lluvioso día.
     Finalmente, cuando todo hubo terminado, regresamos a casa, no se hablaba de otra cosa. La viuda se fue a su casa, a llorar su pérdida, y el resto nos fuimos al bar a entrar en calor. El mismo bar en el que don Gil, que en paz descanse, cuando tenía un orujo de más en el cuerpo, comentaba jugando al dominó, 'la gracilidad de su yegua, el porte de su grupa y lo bien que le quedaba la silla'. No había remedio. Generaciones enteras recordarían aquella tarde.

                                 23 de octubre de 1998
DE LA PÉRDIDA Y EL AMOR FRUSTRADO
     Cuando uno pierde a la persona que quiere, a la persona que siente que da sentido a su vida, es como si todo el peso del mundo estuviera encadenado a nuestros pies. Pero ese sufrimiento se acentúa aún más si cabe, cuando nos da la sensación de que la culpa de esa pérdida, o al menos parte de ella, es nuestra. Pensar que pudimos haber hecho algo al respecto y que no lo hicimos, que pudimos haber estado pendientes del otro y sin embargo actuamos de forma normal, como si no pasara nada, que debimos mirar de frente al miedo y a los problemas cuando se presentó la ocasión, y lo único que se nos ocurrió fue decir, 'tranquilo, todo irá bien', cuando en lo más profundo nuestro ser sentíamos que aquello no era cierto,... Pensar, que en algún momento siquiera remótamente, tuvimos la solución en nuestra mano y la dejamor ir, o peor aún, pensar que esa solución estuvo ahí para nosotros y ni siquiera la vimos. Es como una yaga abierta que no ternina de cerrarse, y siempre nos escuece. Porque las heridas más pequeñas, son las que más molestan, y todo nos golpea en ellas. Las heridas grandes parecen que cicatrizan mejor; claro, al ser tan complejas hay que cuidarlas mejor,.... las pequeñas molestan pero no les hacemos caso.
     Y es entonces, cuando nos damos cuenta de la pérdida. Pero ya no hay nada que hacer.


TU FRÍO
Estoy sintiendo ese frío
estremecedor y congelante
que me cala hasta los huesos,
que hiela mi mente
y me recuerda aquellos besos,
que sin vida se quedaron
en los confines de mi hastío.
La humedad de tu aliento
me enfría las palabras
que una vez salieron,
y que aunque quieren repetir,
no pueden, están congeladas.
El viento penetra en mi piel,
desgarra mis entrañas
y de nuevo me hace sentir
esa falta de calor, que es falta de ti.
De nuevo siento frío,
un frío que se hace cortante,
que corta mi cara y mis labios;
las manos que un día tocaron tu sien
y loa labios que un día besaron tu frente.
He dejado de sentirte,
y en tu lugar me has dejado frío.
Siento el frío de tus miradas,
las que yo creí tan cerca
y sin embargo tan lejanas.
Siento el frío de tus manos,
curioso, porque nunca las he tocado.
Estoy sintiendo ese frío
estremecedor y congelante,
siento el frío de tu presencia,
que como una vaga brisa
golpea mis mejillas, y posándose,
sin prisa, me regala blanca escarcha.
Estoy sintiendo ese frío,
estoy sintiendo tu risa.
¡Dios mío! Qué frío,
siento que te marchas.

LA MUSA NÚMERO DIEZ

LA MUSA AUSENTE
     Se sentaba todos los días a la misma hora, en la misma terraza del mismo bar. Una de esas tabernas con decoración rústica en madera, regentado por un joven que había heredado el negocio familiar.
Nuestro cliente se ganaba la vida escribiendo, para todo tipo de publicaciones; revistas especializadas, diarios de tirada nacional, catálogos, colecciones de fascículos, ensayos, crítica de todo tipo, aunque preferentemente de cine,... etc. Como cada día, se tomaba su café, le echaba un vistazo al periódico empezando por las páginas del final, y así comenzaba su jornada delante de su portafolios. Sacó su pluma pero pudo usarla porque ya no tenía tinta. 'Mala señal', pensó. Y sacó de su cartera un bolígrafo normal, de los de toda la vida. Preparó el papel y se quedó pensando.... pensando,.... y vuelta a pensar,.... un poco más, y otro poco,.... El café estaba helado, y el hielo del vaso de agua deshecho. Observaba a la gente que pasaba por delante del bar;..... señoras mayores con bolsas de compra, estudiantes con sus carpetas,..... una moto, un repartidor de cerveza,.... dos mujeres maduras que entran en el bar y pasan por su lado,..... Nada, que no tenía inspiración. 'No importa, ya me vendrá, como siempre, cuando menos lo espere'. Le dio un sorbo a su café,... más gente, más señoras, un señor de traje y maletín, el cartero, el cartero comercial, otro cartero comercial,... En ese momento pensó que a nuestros buzones sólo llegaban facturas y propaganda; que triste. Miró de nuevo su papel; seguía en blanco, como la taza de café, como el lazo de la coleta de la niña que acababa de pasar, como las nubes que no iban a dejar lluvia ese día,... Las doce y... ventisiete!!!! Esa misma tarde tenía que enviar su artículo a la jefa, aunque si tardaba un día más no pasaba nada, pero la puntualidad era la puntualidad.
Comenzó a enfadarse consigo mismo; no podía entender cómo no era capaz de escribir nada, era imposible. Había perdido la mañana y no había escrito nada, ni una sola línea. Al cabo de un rato, salió el camarero a la terraza, aquel que había heredado el negocio familiar; 'Qué, cómo va eso', dijo mirando de reojo el folio en blanco. '¿Dónde te dejaste a las musas? Si es que salir hasta tarde no es bueno, y menos para tu cabecita,...'. 'No es eso', contestó el escritor. 'Y no me rayes, porque no es un tema fácil. A ver si te piensas que es tan sencillo escribir sobre el amor,...' El camarero comenzó a reirse, con una de esas risas que le salen uno de forma totalmente sincera, de esas que son contagiosas, naturales. '¿Sobre el amor?, ¿Difícil? Pero es que tú nunca te enarmoraste o qué.' Acabáramos. Era el colmo. Pero y eso, qué tenía que ver; a su parecer ese detalle sin importancia no tenía que suponer un impedimento para escribir un breve ensayo sobre el amor. Y entonces, se le hinchó la vena de la frente, se puso colorado y cerró los puños. El camarero se echó hacia atrás y lo dejó solo, pero el escritor lo siguió al interior del local.
'O sea, que me estás diciendo que yo, que he escrito sobre casi todas las facetas posibles, teniendo en cuenta que soy un hombre de letras, cultivado, con dos carreras, que he cargado mis tintas escribiendo sobre el historicismo, el surrealismo, el futurismo, el regeneracionismo, el nihilismo, el naturalismo, el realismo, el romanticismo, el clasicismo, el neoclasicismo, el dadaismo, el cubismo, el milenarismo, elpastafarismo, el impresionismo, el expresionismo, el puntillismo, el platonismo, aristotelismo, neoplatonismo, neoaristotelismo, sofismo,... por no mencionar los temas sobre política, dialéctica, analítica, lo pitagórico, lo socrático, lo protagórico, lo escolástico y lo eclesiástico, lo bélico y lo pacífico, de lo terrenal y lo divino, de lo de aquí y lo de allí, de esto y de aquello, .... no soy capaz de escribir sobre el amor'. Aquel discurso tan complicado de pensar y de pronunciar dejó pasmado al camarero que le respondió: 'Pues a mí no me parece tan raro, a fin de cuentas, de las nueve musas, ninguna es del amor, y por mucho que llenen sus alforjas con agua de la fuente Castalia y lleguen hasta aquí sobre Pegaso, y se sienten y pidan un café con leche y unas pastitas, y te ofrezcan ese agua maravillosa y charlen contigo, ninguna de ellas te inspirará, porque ninguna es del amor'.
El escritor se dejó caer sobre una silla cual peso muerto, mirando al frente sin mirar nada,..... Cuánta razón tenía aquel camarero. Nueve musas, nueve, y ninguna del amor. Pero entonces, ¿Qué clase de inspiración iluminaba a los poetas antiguos para escribir sobre el amor?!! Aquella reflexión fulminó su autoestima como escritor, lo hundió en un estado de catársis absoluta, y pensó que jamás podría plasmar en un papel nada que versara sobre el tema. Sencillamente, porque a falta de una décima musa del amor, el hombre podía escribir sobre el mismo, enamorándose. Y nuestro escritor, nunca se había enamorado. Terrible reconocimiento de una verdad aplastante y pesada. Si a falta de lo primero no tenía lo segundo, no podría enfrentarse al papel en blanco, y sí la charla de su jefa.
Salió del bar, recogió sus cosas, cerró su portafolios, pagó su consumición y se fue.
     Al final de la calle peatonal, la misma en la que estaba el bar, se cruzó con una muchacha,.... Se giró para seguirla con la mirada, y recordó que era la misma chica que veía casi todos los días, la misma que le sonreía al pasar, la misma que lo pillaba infraganti mirándola y se sonrojaba. Y entonces, lo entendió. Con deseo apremiante, volvió al bar, pidió otro café y se puso a escribir.
Del Amor y otros animales...
    No podemos esperar que el Amor, ese animal que todos queremos tener llame a nuestra puerta y se nos presente dentro de una cestita con un lazo al cuello, con carita de 'acaríciame' y ojitos de cachorro de gatito. El Amor pertenece a la familia de los 'amantis amatoris', dentro de los mamíferos hermafroditas. No tiene un hábitat concreto; parece que cualquier ambiente le es propicio para la reproducción y la cría de sus cachorros. Sin embargo, los científicos aún no han logrado descifrar cómo y de qué manera corteja a su pareja y/o víctima; lo único que han podido sacar en claro, es que seduce al cien por cien, marcando, no sólo el territorio, sino también a su pareja y/o víctima. Sobreviven tanto en climas y terrenos áridos como en ambientes bajo cero, sin importar el grado de humedad.
     Pero entre tanto estudio, los expertos están intentando fabricar una vacuna, pues cuando el Amor atrapa a su pareja y/o víctima el resultado carece de término medio; o dura para siempre o se rompe,...
Por desgracia aquí tenemos el informe de la última presa catalogada, encontrada vagando sóla por las calles más oscuras la ciudad.


              I
Derraman tus espadas
la sangre de mi cuello
y en confuso movimiento
encuentras el valor;
una palabra, un beso
y se acabó.
Hasta aquí lo nuestro
que no fue más que eso,
eso que llaman Amor.

             II
Valiente alma dorada
que me pasa,
me inquieta y me abrasa,
sueños manchados de sangre
y tu imagen que se marcha.

            III
Se me ha olvidado tu nombre,
no me acuerdo de tu cara,
pero eso,
eso no es lo más triste;
olvidando tu nombre
y sin recordar tu cara
te sigo amando.
Te sigo pensando.
Triste.

Aún se sigue buscando una vacuna. Hagan donaciones.

LA GRANDEZA DE LA LOCURA

     Siempre se ha dicho que a los locos hay que encerrarlos, aunque eufemísticamente hablando, sólo los 'ingresamos' en un centro por su bien y por el de la comunidad. La locura siempre ha quedado etiquetada como un estado anímico el ser humano, que en grandes niveles, supone la pérdida parcial o total de la cordura. Pero yo digo, que a la vida hay que echarle un toque de locura, si puede ser, aliñada con unas gotas de osadía y un poco de pimentón picante. Y no nos olvidemos de la fiebre. No hay locura que se precie sin unas décimas de fiebre, lo justo para provocar un par de deliros y/o alucinaciones. Qué habría sido de Mozart o Goya, si no hubieran padecido alguno de estos males, por no mencionar a Van Gogh,... El arte nunca reflejó tan bien la cordura del ser humano.
     En definitiva, aunque la pobre Ofelia murió presa de la locura provocada por el amor no correspondido de Hamlet, además de otras intrigas, lo cierto es que compartió protagonismo en la mayor obra de venganza jamás escrita.
Así pues, cuando la locura nos trastorne los humores, no temamos, durará poco, y por durar poco tendremos que aprovechar el tiempo. Pero si no se ha ido en un plazo razonable, hagamos las maletas, pues seremos
'ingresados'.