3 de enero de 2011

LA MESA QUE TODO SE LO TRAGA

     Leyendo la entrada del blog de una amiga, que hablaba sobre cómo encontró una piruleta de no sabemos qué época, palolítico o neolítico, me acordé de que en mi habitación tenía una mesa, que ya no tengo porque la he cambiado de habitación, que escondía todo tipo de secretos. De objetos y de apuntes, cartas, gafas, bolsitas de incienso, bolis, lápices de colores, velas olorosas de colores, cuadernos, recibos del banco, unas zapatillas de andar por casa, siete fulares (los cuales pensábamos habíamos perdido), joyería variada (colgantes, collares, una pulsera rota, una caja con más de una docena de pendientes de bisutería,...), una tablita para poner el incienso, peluches, un muñeco de forma sospechosa que me regalaron por un cumpleaños (con ojos y todo,...), una receta de cocina, un archivador con poemas de no sabemos cuando, una vela en forma de calavera que compré en el viaje de fin de curso de 3º de BUP, un sombrero cordobés del mismo viaje, paquetes de pañuelos sin estrenar, gomas del pelo, orquillas, pinzas, una hucha con forma de mariquita, una cestita de mimbre con flores artificiales roñosas por el tiempo, novelas que pensaba que había prestado y no me habían sido devueltas, y resualta que estaban ahí, una camiseta de tirantes que pensaba que me había dejado en casa de mi abuela en Galicia, dos tazas con posos de café,.... que ya no eran posos,....
Y por si fuera poco, como la mesa en cuestión es de aquellas de madera, redondas con el agujerito debajo en el centro para poner el brasero, ahí, sobre esa tabla de abajo, estaba la caja de una cesta de Navidad, con apuntes de mis cursos de azafata de tierra, de vuelo, del instituto, papel de regalo doblado de otros paquetes, y que debí de guardar por si lo reutilizaba y dos bolsas vacías, de Marks and Spencer, tienda en la que trabajé allá por el 2001. Menos piruletas, había de todo; creo que podía haber montado un puesto en el mercadillo.
     ¿Cómo me dio por rescatar semejante mercancía? Pues por un estado emocional, que padecemos las mujeres, y unos cuantos hombres, pero pocos, y que se manifiesta repentina, intensa y apasionadamente, normalmente en fechas navideñas, sobre todo si vienen invitados,.... Este estado emocional se llama 'limpia tu habitación que parece una leonera y no querrás que tu cuñada la vea así'. Se trata de un estado anímico peligroso, porque cuando uno empieza, por algún motivo inexplicable, ya no puede parar. Yo me encuentro en fase muy avanzada, tanto, que terminé bajando a los chinos a por una mopa, balletas nuevas y bolsas de basura perfumadas (y qué más dará si van al contenedor). Si además, añadimos, que gracias a mi casera hemos tenido que mover muebles de la cocina, entonces ya hemos pasado a la fase crónica de 'de paso limpiamos ahí, que como estaba el mueble, nunca se ha limpiado,...'. Sí, es crónico, y aún no estoy recuperada,... Necesito reposo, como cuando tienes gripe.
     En definitiva, dejé la habitación como los chorros del oro, como una patena,  para comer en el suelo... Y os pregustareis a lo mejor, cómo he dejado la mesa,.... Vacía, sin nada, al aire, y ahora tengo en su lugar un pequeño escritorio que me ha dado mi hermano,  que abulta menos, me deja más espacio en la habitación, y en cuyos cajones he guardado ese muñeco de forma sospechosa, los poemas que encontré y los paquetes de pañuelos.
Sí, lo reconozco, tenía la habitación hecha un asco, bueno la mesa,.... Era como el bolso de Mary Poppins pero visto desde el interior hacia afuera, lo que me recuerda eso de 'con un poco de azúcar esa pildora, que os dan,...'; sí, lo sé, también encontré un tubo de pomada Trombociz, otro de Fastum Gel y un blister de Ibuprofeno; no es tan raro, se me hinchan las piernas a menudo y padezco jaquecas. Pero ahí podían estar las pomadas, jajajaja. Estoy pensando que lo mismo el Arca de la Alianza estaba ahí también, o el tesoro de los Templarios, o el último huevo de Faberge del zar Nicolás, o un mapa que indique cómo llegar a la Atlántida, la lanza de Longinos y hasta un papel con la explicación de las marcas de Nazca. Pero lo más gracioso, es que siempre me quejo de que no encuentro nada, y es verdad; me tengo que llamar al móvil en casa desde el fijo, porque no sé donde lo he dejado, además de rezar a San Antonio para que me encuentre las pinzas que me he quitado del pelo tan sólo una hora antes.
Pues nada, asi pasé la tarde del día 31; moviendo muebles y limpiando (y recuperando objetos perdidos). Y recordad, que cuando me pidais algo y yo responda, 'lo tengo que buscar', es por algo,...

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